La pornografía beneficia a las mujeres, tanto personal como políticamente. Después de leer esto, las feministas anti-pornografía (o radicales) me considerarán una hereje lista para quemar. O, para decirlo en términos más políticamente correctos, soy una mujer que está tan psicológicamente dañada por el patriarcado que me he enamorado de mi propia opresión. Mis argumentos serán desestimados.
En otras palabras, si disfruto de la pornografía, no es porque soy un ser humano único con diferentes preferencias. Es porque estoy psicológicamente enfermo.
Este libro proporciona pornografía con una ideología. Devuelve a las mujeres lo que el feminismo anti-porno se ha llevado: el derecho a perseguir su propia sexualidad sin vergüenza ni disculpa, sin culpa ni censura.
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