Académicos de tendencia izquierdista, estrellas pop progres como Bruce Springsteen y políticos demócratas, desde Bernie Sanders a Bill y Hillary Clinton, pasando por Barack Obama, todos tienen algo en común: son ávidos admiradores de la socialdemocracia de estilo nórdico. La razón es sencilla. A primera vista, los países nórdicos parecen tener todo lo que los progres quieren ver en Estados Unidos: distribución equitativa de la renta, buena salud, bajos niveles de pobreza y economías prósperas, todo ello coexistiendo con grandes Estados de bienestar. Copiando las políticas nórdicas, muchos en la izquierda estadounidense esperan transformar Estados Unidos en una "utopía" socialista similar.
En esta obra, el autor sueco Nima Sanandaji explica por qué todo esto son ilusiones. Ciertamente, algunos aspectos de los Estados de bienestar nórdicos, como la oferta de guarderías, merecen la admiración de los demócratas. Pero, en general, el éxito de los países nórdicos se debe a una cultura única basada en el trabajo duro, las dietas sanas, la cohesión social y los altos niveles de confianza. Sanandaji explica cómo los nórdicos adoptaron esta cultura del éxito para sobrevivir en el implacable clima escandinavo. Demuestra sistemáticamente que los altos niveles de igualdad de ingresos, la elevada esperanza de vida y otros signos de éxito social de los nórdicos son anteriores a la expansión del Estado de bienestar. En todo caso, los países nórdicos alcanzaron su punto álgido a mediados del siglo XX, cuando tenían impuestos bajos y pequeños Estados de bienestar. Tal vez lo más sorprendente sean sus conclusiones de que los nórdicos estadounidenses superan sistemáticamente a sus primos que viven al otro lado del océano. Las personas de ascendencia nórdica que viven bajo el sistema capitalista estadounidense no sólo disfrutan de mayores niveles de ingresos, sino también de un menor nivel de pobreza que los propios ciudadanos de los países nórdicos.
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